El derecho a la estupidez

El derecho a la estupidez

Steve Jobs odiaba la estupidez.
Steve, a quien Dios tenga en su gloria, lejos de la estupidez que detestó.

Todos podemos ser tontos. Todos podemos caer en el profundo pozo de la estupidez. Todos, incluso, tenemos derecho a ser tontos de vez en cuando. No todo el tiempo, no siempre, pero sí a veces.

Hay que enfrentarlo: por momentos la estupidez, la tontera nos gana… y no hay nada qué hacer. Ser tonto es una manera de ser humano.

Hoy hice algo estúpido: en mi ánimo de darle mantenimiento a mi computadora y de borrar basura, me tumbé todo un disco duro —ese en donde guardo mi librería de iTunes (música, películas, programas de TV, etcétera), archivos de fotos, casi todos los archivos personales. Y, cuando me di cuenta de lo que hice —no de inmediato, varios minutos después—, entré en pánico y comencé a buscar información sobre aplicaciones que sirvan para rescatar un disco duro borrado accidentalmente.

Y entonces recordé dos palabras: Time Machine, la funcionalidad del sistema operativo —soy usuario de Mac desde hace más de 20 años— que respalda copias de mi información sin que yo me dé cuenta. Abrí la consola y, después de varios minutos de angustiosa espera, ví que ahí estaba una imagen íntegra del disco accidentalmente formateado. Hice clic en “recuperar” y sigo esperando a que el programa restituya copias de mis archivos. Mientras, me tomo una cerveza, escribo este post y elevo una plegaria por el alma de Steve Jobs, a quien Dios tenga en su santísima gloria (y a cargo de su departamento de IT).

En un par de días debo recuperar toda mi información.