Empobrecer, aislar, someter
Esta entrada se inspira en varios mensajes de @DonVix, un agudo analista y tuitero que al parecer vive en Querétaro y que ha sido un crítico tenaz de este gobiernito que se hace llamar la 4T —es decir: la cuarta tragedia que hoy ocupa el poder ejecutivo y buena parte de otros enclaves de poder en México. Aquí dejo la liga a uno de los muchos tuits en los que me inspiro, pero no es el único: ha sido una idea que ha repetido desde hace años.
Sostiene @DonVix —inspirado, creo, en varias ideas que Macario Schettino expone en su ensayo Cien años de confusión— que este gobiernito de cuarta sigue un guión previmente ensayado en Cuba por el dictador Fidel Castro, por Hugo Chávez y después por Nicolás Maduro en Venezuela, por los sandinistas en Nicaragua, y también por Vladimir Putin en Rusia, por la teocracia en Irán, por el Apartheid en Sudáfrica… entre varios más.
El guión va así: empobrecer a la población, aislarla del exterior y, finalmente, someterla a las pulsiones autoritarias de una claque de auténticos bandidos, encabezados por un líder mesiánico, y que sólo buscan su propio beneficio.
Vuelta al pasado
Estos ejercicios ya se vivieron varias veces en el pasado, en las más diversas circunstancias y latitudes. La hoy extinta URSS se creó bajo las mismas premisas. El propio México post-revolucionario también: baste revisar los años del credo nacionalista-revolucionario que le permitieron al PRI (en sus distintas versiones) mantener el poder por más de 70 años, a costa de la miseria de una mayoría de mexicanos y las casi nulas expectativas de desarrollo para las clases medias urbanas.
El punto de quiebre de ese modelo, en México, se comenzó a verificar durante el gobierno de Miguel De la Madrid, cuando él y su equipo de tecnócratas (casi todos educados en el extranjero) concluyeron que los errores del pasado no se debían a una mala aplicación del modelo económico (economía mixta, sustitución de importaciones, cerrazón a la apertura comercial) sino a que, precisamente, en las nuevas circunstancias globales el modelo ya no funcionaba y había que cambiarlo.
Desde 1982, México experimentó, no sin fortísimas resistencias internas del Sistema (o la Nomenklatura, como la llamó Carlos Salinas), una modificación del modelo de desarrollo que desembocó en la reducción del Estado (una burocracia encabezada por técnicos, menos numerosa pero más eficiente), el retiro de ese mismo Estado de aquellas actividades económicas que convenía poner en manos de la iniciativa privada (venta de más de mil paraestatales, privatización de la banca), una economía abierta (entrada al GATT), desregulación burocrática, el país con el mayor número de tratados de libre comercio en todo el mundo, etcétera.
¿Qué sucedió simultáneamente? Que un grupo de convencidos defensores del nacionalismo-revolucionario (Cárdenas, Muñoz Ledo, et. al.), que ya se sentían desplazados por los tecnócratas, crearon la llamada Corriente Democrática y que, luego de fracasar en su intento por democratizar al PRI, se escindieron de él y formaron un movimiento al que llamaron Frente Democrático Nacional (FDN), que después se transformó en Partido de la Revolución Democrática (PRD).
El resultado fue la crisis electoral de 1988, un parteaguas que obligó a la creación del Instituto Federal Electoral (IFE), hoy INE.
Revolución o democracia
Octavio Paz detectó de inmediato, en esa ruptura, la gran oportunidad de democratizar la vida pública de México: crear un partido de centro-izquierda que recogiera las mejores causas, que recuperara las promesas incumplidas de nuestra Revolución de 1910 y, sobre todo, de la más olvidada y desdeñada por el PRI: el sufragio efectivo que defendió Francisco I. Madero.
Pero Paz no fue ingenuo: alertó que la pulsión nacionalista —que, con sus argumentos fanáticos, justificó la corrupción de tantos sexenios y hasta la masacre de 1968 (el propio Muñoz Ledo, que era diputado federal en 1968, defendió las acciones de Díaz Ordaz y de Echeverría)— se impusiera al anhelo democrático.
Y así sucedió: con los años el PRD se convirtió en una patética recreación del peor PRI. La mejor prueba de ello es el actual estado de abandono y de chatarrización de la CDMX, ciudad que esa “izquierda” ha gobernado ininterrumpidamente durante 25 años. Desde la señalización de calles hasta el lamentable estado del Metro, sobran ejemplos de la pésima gestión de cinco gobiernos, inspirados en ese mismo nacionalismo revolucionario.
Si hay elecciones libres en 2024, esa “izquierda” retrógrada, nacionalista y revolucionaria —antes representada por el PRD, hoy por Morena— perderá su gran bastión histórico y será un golpe mortal a una desvelada ideología que pertenece al siglo XX. El riesgo es que la ha sustituido un populismo conservador que se dice de “izquierda”.
El guión que se repite
Vuelvo a mi argumento inicial.
Hice este largo rodeo para verificarme que el guión de la 4ª Tragedia repite las posturas de otros regímenes autoritarios —el PRI del siglo XX, el llamado “castro-chavismo” de Cuba/Venezuela, el peronismo de Argentina, que humilló a Borges (el mayor escritor en castellano de los últimos cuatro siglos), etcétera.
Su guión es: empobrecer, aislar, someter.
¿Cómo?
Primero buscan empobrecer… ¿Cómo?:
Vaciando y quebrando fideicomisos y fondos de estabilización, regalando dinero sin control, eliminando las estancias infantiles que apoyan a madres trabajadoras y de escasos recursos, quitando vacunas para los niños, quebrando los sistemas de salud y educativo, retirando apoyos para la producción, desalentando la inversión local y extranjera por la falta de certidumbre jurídica, aumentando la deuda pública hasta que represente más del 50% del PIB (es decir: la deuda de todos)…
Luego buscan aislar… ¿Cómo?:
Polarizando a la sociedad con propaganda basada en mentiras y medias verdades, reduciendo en el extranjero la confiabilidad del país (estado de derecho), faltando a la palabra empeñada en tratados de comercio y compromisos internacionales, enfrentándose a nuestros socios y a organismos internacionales, utilizando falsos argumentos “nacionalistas” para justificar los ilegales atropellos y apelando a una supuesta “grandeza del pueblo mexicano”, hablando siempre del ente abstracto Pueblo pero nunca de los Ciudadanos concretos…
Finalmente, buscan someter… ¿Cómo?:
Reduciéndole el presupuesto a otros poderes u organismos autónomos (a los que también deja acéfalos), calificando a la Sociedad Civil y a los opositores de “traidores a la patria”, estableciendo un dogma único (“o estás conmigo o estás en mi contra”), eliminando espacios de libre expresión (medios, redes sociales), amenazando con cárcel a los opositores o los empresarios o los líderes civiles, eliminando todo contrapeso al poder ejecutivo, concentrando todo el poder posible en un solo hombre, entregándole más poder a las muy opacas Fuerzas Armadas, eliminando al árbitro electoral…
Así va esta estrategia y avanza en ese exacto orden.
Repito: es el guión de los Castro en Cuba, de Chávez y Maduro en Venezuela, de Ortega en Nicaragua, de Kim Il Sung en Corea del Norte, de Putin en Rusia…
Por eso, hoy la discusión ya no debería ser entre izquierda o derecha, entre pobres o ricos, conservadores o liberales, comunismo/socialismo o capitalismo (fifís y chairos son términos que se descalifican mutuamente). Se trata de categorías y parámetros proipios del siglo XX y hasta del XIX. En nuestro siglo XXI, al que llegamos hace 20 años, los polos de la discusión de fondo son: Autoritarismo o Democracia. Desde Rusia y Turquía, hasta EEUU y México, Brasil y Argentina, el debate es: someterse o defender la libertad.
Ya es tiempo de razonar con ideas nuevas.