Mañana es destino

Mañana es destino

A mis sobrinos: Chantal, Valeria, Sebastián, Patricio, Santiago, Natalia, Mateo y Nerea

El cambio o transformación por el contrario es una de las reglas fundamentales de la técnica en psicoanalisis. Cuando alguien nos confía (incluso con enorme pesar): “Tengo miedo de que mi padre se muera”, nos confirma que se trata, en realidad, de un deseo persistente. O cuando otro nos dice: “Yo sé que mi vida tiene sentido”, es porque sospecha y teme que su existencia va a la deriva y carece de todo significado. Pero, claro: no hay leyes y todo depende de cada caso y de cada momento, porque lo inconsciente avanza siempre por caminos oscuros.

En el fondo, lo que opera en estos cambios por el contrario es, creo, el mayor descubrimiento de Sigmund Freud, que no fue lo Inconsciente —varios pensadores antes de él ya lo habían propuesto, desde Schopenhauer hasta Nietzsche— sino la Represión.

En La interpretación de los sueños —libro que lleva un bello e irrepetible título en alemán: Die Traumdeutung (1900)—, Freud propuso que la represión forma parte de los mecanismos de defensa del yo ante lo inconsciente. Reprimimos porque el deseo inconsciente resulta tan terrible a nuestra conciencia, que simplemente no lo soportamos. De ahí que desplacemos, racionalicemos, neguemos, proyectemos, sublimemos… y un largo etcétera de acciones inconscientes que evitan que el deseo aflore tal cual es y se muestre a nuestra consciencia.

De ahí, también, que nos hayamos inventado la moral y que afirmemos la ficción de que ella se basa en una ley divina y eterna, para imponernos reglas básicas de convivencia, en lugar de aceptar que lo hacemos por simple conveniencia (Hobbes).

¿Por qué? Porque nuestros deseos pulsionales —los más básicos— son tres y sólo tres: matar (parricidio), comer (canibalismo) y adueñarnos del cuerpo prohibido (incesto).

Cierto, Freud tuvo una visión pesimista de la vida y del ser humano (el llamado hommo sapiens). ¿Resulta más real su visión que las visiones “optimistas”? Veamos…

Piensa mal

Desde hace muchos años me he acostumbrado a pensar “al revés”, es decir: hacer siempre un cambio o transmutación por el contrario. Cuando alguien me asegura: “Yo nunca haría tal o cual cosa…”, suelo tomarlo precisamente con la confesión de que sí, suele hacerlo, y luego analizo si eso cuadra con los conflictos que vive esa persona.

Es latoso y hasta chocante, lo sé… pero (freudiano como soy) me funciona.

Un caso por demás interesante es el de ese señor que cobra de presidente de México.

Hoy por la mañana nos salió con que la marcha de ayer, 13 de novimbre de 2022 —una marcha que, no olvidemos, se organizó en sólo dos semanas, sin el apoyo de estructuras de partidos y que convocó a ciudadanos libres— fue “el streaptease de los conservadores de México”.

Pero yo pienso que el que hizo streaptease, o mejor dicho: al que encueramos ayer fue al propio presidente (sic). Él y su claque de siervos y aplaudidores son los que quedaron al desnudo: han perdido ya el apoyo de las clases medias y de buena parte de las clases urbanas más bajas (lo saben, en el fondo), y sobre todo han perdido la narrativa.

Marcha, 13 de noviembre de 2022, CDMX.
La Marcha en Defensa de la Democracia: #ElINENoSeToca (CDMX, 13 de noviembre de 2022).

Testimonio

Participé en la marcha y no sólo me sorprendió la convocatoria (fuimos cientos de miles sólo en la CDMX), sino la diversidad de personas que acudimos.

Ciertamente, la mayoría éramos de clase media, pero también vi a ciudadanos de clase baja. Vi a personas de la tercera edad con bastones y en sus sillas de ruedas, vi a mestizos y a blancos, vi a tantas y tantas mujeres, y (lo mejor, lo que más alegría me dio) vi a muchos jovenes: muchachas y muchachos entusiastas, preocupados desde hoy por el país que dentro de pocos años van a heredar y que deberán sacar adelante con su esfuerzo y trabajo.

Una sociedad así, que se expresa pacíficamente —ni un vidrio roto, ni una agresión a policías, ni un solo acto de vandalización a monumentos— y a favor de principios básicos (libertad, paz, igualdad), es una sociedad que tiene futuro. Si México no será Venezuela o Cuba (como muchos temen) será precisamente por sus jóvenes valientes y comprometidos, los que hoy alzan la voz y toman las calles para hacerse oir.

Confieso que ayer me sentí muy orgulloso de mi país y de mi gente y las imágenes me lo confirman. Las peroratas sin fundamento del señor que cobra de presidente sólo ratifican que esta es la ruta, que este es el camino.

Y vuelvo y regreso: si cambio sus vacías y absurdas declaraciones por su contrario, confirmo que nada es más amenazante para cualquier político, de cualquier partido, como una sociedad que se expresa así: en libertad y sin miedo.

Porque una sociedad así anula a los políticos o los compromete, porque los desnuda y los acota, porque les muestra y demuestra que en una democracia libre mandan los ciudadanos.

No quiero olvidarme de ayer, nunca, pero tampoco quiero dejar de preocuparme y ocuparme en el mañana.

Porque mañana es destino.